EN ALEMANIA ORIENTAL (3)
(En Weimar)
Edgardo Malaspina
1
En Weimar fuimos a las casas de Goethe y Schiller,
y una donde vivió Carlos Marx. Aquí
vivió Goethe más de cincuenta años. El
Duque Carlos augusto lo invito luego de la publicación de Las cuitas del joven
Werther, esa novela que inspira y sirve de consuelo a los que viven un amor no
correspondido.
2
En la casa- museo de Goethe se
conservan sus pertenencias: libros, objetos de colección. El parque aledaño a
la casa tiene jardines con caminos, árboles flores y bancos. El río Im extiende
sus hilos de agua. Un puente al estilo barroco complemente el panorama. La
naturaleza, su belleza y armonía fueron motivos de inspiración para el poeta:
En todas las cumbres
La paz reina:
Por ninguna parte
Apenas un soplo
De vida se otea:
En el bosque en calma
Ni un ave gorjea
Aguarda que pronto
Cesaran tus penas.
3
Visitamos también el teatro
nacional, que una vez dirigiera con mucho éxito Goethe. En la casa museo de Schiller
se exhibe el aposento donde murió y la mesa donde escribiera su Guillermo Tell.
También hay una copia de su “Oda a la alegría”, musicalizada por Beethoven en
su Novena Sinfonía.
4
Luego fuimos al templo de las musas, lugar predilecto de
la aristocracia de la época, el museo de Herder, la gruta con los sarcófagos de
Goethe y Schiller, las estatuas de Pushkin
y Schweitzer. Albert Schweitzer, el teólogo alemán que se hizo médico
para trabajar en la jungla, por allá en África ecuatorial, decía: “hay que
vivir como se piensa de lo contrario se terminara pensado como se vive” y “toda
seguridad excesivamente material empobrece al hombre”.
5
Buchenwald, el campo de
concentración fascista esta en las
cercanías de Weimar. Estos lugares que recuerdan el horror del hombre contra el
hombre siempre son tristes. Estremece ver los objetivos para torturas: una
columna con un orificio para el tiro de gracia en el occipital, los
instrumentos para los “experimentos eugenésicos” de Mengele, las literas donde
dormían los prisioneros. A mí se me antojan esas literas muy parecidas a los
estantes de madera para colocar panes.
Por otro lado, es simbólico el
tronco de un árbol quemado que una vez floreciera en las cercanías de la casa
de Goethe, tal vez bajo su sombra descanso el poeta que una vez reflejo en
versos su odio hacia la guerra:
Más de alguna delicia del mundo
en la guerra y la lucha se pierde/ Quien la conserve y la protege,/El más
humano premio merece.