INFANCIA,
ADOLESCENCIA Y JUVENTUD DE TOLSTOI
Edgardo
Malaspina
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El
primer libro que leí de León Tolstoi fue el tomo que reúne sus primeras tres
obras: Infancia, Adolescencia y Juventud. En aquel tiempo (1978) estaba de moda
en Rusia una canción interpretada por
Ala Pugachova y que era el tema musical de una película infantil: ¿A dónde se
va la infancia? (Куда уходит детство?). Desde entonces asocio el libro de
Tolstoi con esa música.
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Tolstoi
empezó escribir a los 22 años para “señalar netamente los rasgos
característicos de cada época de la vida”. El escritor reconoció que estás pequeñas novelas tienen
un acento autobiográfico.
3
Fuimos
niños y luego adolescentes, y así vienen otras etapas hasta la vejez; por eso Tolstoi
afirmaba que “todo es movimiento. El hombre mismo se mueve constantemente, y
por eso todo se explica a través del movimiento”.
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Mucho
antes de que apareciera el término “inteligencia emocional” Tolstoi habló de la misma: Existen dos tipos
principales de inteligencia: la de la mente y la del corazón. La primera es el
frío razonamiento y la lógica áspera; mientras que la segunda se caracteriza
por una emotividad, una sensibilidad y una compasividad acentuada. El héroe de
la trilogía posee los dos tipos de inteligencia, aunque la del corazón
sobresale, y de ese hecho deriva la dulzura y belleza de esta obra.
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La
infancia es encanto y poesía. “! Qué época tan feliz, feliz y sin igual, es la
infancia ¿Cómo no amar, cómo no acariciar los recuerdos que se guardan en ella?
Esos recuerdos crean y elevan mi alma, son manantial de mis mejores goces”. ( Capítulo XV de Infancia)
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Pero
si la infancia es un manantial, la adolescencia es un desierto que hay recorrer
con la mayor celeridad, según Tolstoi.
7
Chernyshevski
dijo que en la trilogía hay lozanía del corazón, color extraordinariamente
justo, gracia, delicadeza y sentimiento moral. Porque “el conde Tolstoi tiene
una extraordinaria capacidad de observación y de análisis sutil de los
movimientos espirituales…”
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“Sólo
las personas capaces de amar profundamente pueden experimentar dolores también
profundos; pero esa misma necesidad de amar sirve de contrapeso al dolor y lo
cura. De ahí que la naturaleza moral del hombre sea más resistente que la
naturaleza física. El dolor nunca mata (Capítulo XXVIII de Infancia).
9
“Una
vez se me ocurrió que la felicidad no depende de causas exteriores, sino de
nuestra actitud hacia ellas…” “…a
ninguna tendencia filosófica me entregué tan por entero como al escepticismo
que en un momento dado me condujo a una situación próxima a la demencia. Quería
a todo trance persuadirme de que nada ni
nada más que yo existía en el mundo
entero, d que los objetos no eran objetos, sino imágenes que aparecían sólo
cuando yo fijaba en ellos mi atención y que, apenas había dejado de pensar en
ellas , esas imágenes desaparecía. En una palabra, coincidía con Shelling en la
convicción de que no existen los objetos, sino la actitud hacia ellos”. (Capítulo
XIX de Adolescencia).
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Hay
tres géneros de amor: el hermoso, el abnegado y el activo. El primero es el de
la belleza. El segundo es el sacrificio por el ser querido; y el último es el
deseo de satisfacer las necesidades y hasta
caprichos del ser querido (Capítulo XXIV de Juventud).
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Infancia
con más de cien páginas son dos días de la vida del héroe. Nuestra infancia
puede pasar por el pensamiento en fracciones de segundos en medio de la
angustia de un momento existencial.
“Son
tantos los recuerdos del pasado que surgen cuando se trata de resucitar en la
imaginación los rasgos de un ser querido que a través de esos recuerdos se los
ve borrosos, como si los nublase un velo de lágrimas: son las lágrimas de la
imaginación. Cuando yo trato de recordar a mi madre tal y como era entonces
sólo se aparecen sus ojos pardos, en los que brillaba siempre la misma bondad y
el mismo amor…(Capítulo II de Infancia).
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El
párrafo anterior me es muy íntimo y doloroso. Al llevar a mi madre a su última
morada por la mente cruzó mi infancia en un instante fugaz pero extenso en
amargura: soy un párvulo y mi madre está allí siempre cuidándome; porque cuando
muere nuestra progenitora, sin importar la edad, volvemos a ser niños.
12
La
canción que canta Pugachova es del poeta Leonid Derbeniov:
¿A
dónde va la infancia?
¿A
qué ciudades fue?
¿Y
cuál será la forma
de
hacerla regresar?
Se
fue sin hacer ruido
Mientras
todos dormían
y
nunca escribe cartas
ni
tampoco nos llama (etc)
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