EN
LA CASA DE PASTERNAK
Edgardo
Malaspina
1
El
día es claro y fresco. Viajamos a Peredelkino, la última morada de Pasternak. Caminamos, tal vez media hora, por el bosque
sombrío entre pinos, abetos, y robles. Atravesamos el puente sobre el río Setun
y la vía férrea. De en vez en cuando los trenes cruzan y sus traqueteos se
esparcen por el espacio vegetal.
2
La casa de Pasternak es de madera, de dos
plantas y con muchos ventanales. La rodea un jardín de abedules, álamos y
avellanos. El banquillo en la entrada, donde solía descansar el escritor, tiene
de fondo una malla de madreselvas.
3
Dentro, el gabinete luce sobrio: una
biblioteca con pocos libros, entre ellos la Biblia; y la mesa donde escribió el
Doctor Zhivago. El samovar para el té, la medalla y el diploma del Premio Nobel
y un televisor que en vez de pantalla, tal como la conocemos ahora, parece
tener una lupa, son parte de la exposición. La cama-diván donde murió tiene
siempre un ramo de flores sobre la misma.
4
Peredelkino,
el medio del bosque, tiene un clima agradable en verano y su silencio sólo es
interrumpido por los pájaros. Es un lugar perfecto para meditar y escribir. En
invierno, en medio de la nieve la soledad es total. El paisaje blanco y gélido
invita a una taza de té, dicen.
5
Regresamos y en una tienda almorzamos frugalmente.
Natalia, mi esposa, que en un principio se negaba a venir por lo largo del
recorrido, ahora dice estar satisfecha por la
belleza natural del sitio y la atmósfera histórica que lo envuelve.
6
En el camino recogemos hongos y piñas de
cedros. Pasamos cerca del cementerio donde reposan los restos de Boris
Pasternak y Arsenio Tarkovski, poeta padre del director de cine, Andrei.
Descansamos bajo un abedul. Algunas personas van con paso apresurado.
Nubarrones negros hacen más triste y fría
la tarde. La sirena de un tren se escucha lejos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario