viernes, 21 de junio de 2019

EN LA CAS DE PASTERNAK




























EN LA CASA DE PASTERNAK

Edgardo Malaspina
1
El día es claro y fresco. Viajamos a Peredelkino, la última morada de Pasternak.  Caminamos, tal vez media hora, por el bosque sombrío entre pinos, abetos, y robles. Atravesamos el puente sobre el río Setun y la vía férrea. De en vez en cuando los trenes cruzan y sus traqueteos se esparcen por el espacio vegetal.
2
 La casa de Pasternak es de madera, de dos plantas y con muchos ventanales. La rodea un jardín de abedules, álamos y avellanos. El banquillo en la entrada, donde solía descansar el escritor, tiene de fondo una malla de madreselvas.
3
 Dentro, el gabinete luce sobrio: una biblioteca con pocos libros, entre ellos la Biblia; y la mesa donde escribió el Doctor Zhivago. El samovar para el té, la medalla y el diploma del Premio Nobel y un televisor que en vez de pantalla, tal como la conocemos ahora, parece tener una lupa, son parte de la exposición. La cama-diván donde murió tiene siempre un ramo de flores sobre la misma.
4
Peredelkino, el medio del bosque, tiene un clima agradable en verano y su silencio sólo es interrumpido por los pájaros. Es un lugar perfecto para meditar y escribir. En invierno, en medio de la nieve la soledad es total. El paisaje blanco y gélido invita a una taza de té, dicen.
5
Regresamos  y en una tienda almorzamos frugalmente. Natalia, mi esposa, que en un principio se negaba a venir por lo largo del recorrido, ahora dice estar satisfecha por la  belleza natural del sitio y la atmósfera histórica que lo envuelve.
6
 En el camino recogemos hongos y piñas de cedros. Pasamos cerca del cementerio donde reposan los restos de Boris Pasternak y Arsenio Tarkovski, poeta padre del director de cine, Andrei. Descansamos bajo un abedul. Algunas personas van con paso apresurado. Nubarrones negros hacen más triste y fría  la tarde. La sirena de un tren se escucha lejos.


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