EN ALEMANIA ORIENTAL (2)
Dresde
(En la entrada hay una inscripción en ruso: “El museo ha sido
revisado. No hay minas")
Edgardo Malaspina
1
Una mañana de verano llegamos en
tren a Dresde, la antigua capital de Sajonia, la “Florencia del Norte”, uno de
los centros culturales más prominentes de Europa con sus maravillas
arquitectónicas y muesos. Durante la
Segunda Guerra mundial Dresde fue devastada por el bombardeo aliado ante la
mirada atónita e impotente de la diosa Nice y reconstruida más tarde en todo su
esplendor.
2
La capa de neblina, lenta y
espesa, que cubría la ciudad, las siluetas lejanas y atractivas de las casas y
los árboles; y la tranquilidad de las aguas del Elba predisponían el ánimo para
pensar en las cosas buenas y bellas.
Allí está la ciudad de los pintores y los poetas con su cielo matutino
nublado y acogedor, sus calles silenciosas, sus edificios viejos y modernos a
la orilla del río, sus cúpulas y trazos perfectos en el estilo barroco con sus
detalles innumerables y exquisitos.
3
Caminamos. Admiramos la catedral de Kreuzkirche, los
monumentos históricos de la plaza Alarkt, el teatro Semper, el museo de Das
Grune Geowble, la biblioteca de la tierra de Sajonia y la Galería de Dresde.
De manera especial recuerdo la
Galería de Dresde, tal vez la inscripción en ruso a su entrada que habla de la
llegada del Ejército Rojo: “El museo ha sido revisado. No hay minas”; y las explicaciones
interesantes y claras del guía cuando mostraba las pinturas han dejado en mi
memoria impresiones nítidas. La Madonna
Sixtina de Rafael es la perla del museo.
Ella representa la grandeza, la felicidad y el dolor de todas las
madres. Observen la elegancia, la
suavidad de las líneas, la actitud sublime, la bondad en el rostro de la
virgen, la serenidad de sus pasos. ¿Y el
niño? Su seriedad prematura es el
reflejo de la conciencia de quien ya sabe que debe inmolarse por todos
nosotros… La Venus Dormida de Giorgione, fíjense en las líneas, en los colores,
símbolos de la calma espiritual, de la bondad, de la unidad del hombre y la
naturaleza, de lo humano y lo divino. El
dorado, con tendencia al rosado, representa el calor de la tarde, reposado y
gratificante. La tarde tiene su belleza,
su semblante. El ocaso es el principio
de todas las cosas, vivir es sentir cada minuto, morir en cada instante, morir
es empezar a vivir. He allí el
significado de la tarde.
4
El guía habló de Tintoretto, de
sus pinceladas libres, de su período tizianesco y de su inclinación
miguelangelesca. Luego se refirió a
Velásquez, a Rubens, a Rembrandt y a otros maestros de la pintura.
5
El autorretrato de Rembrandt con
Saskia fue el primer cuadro descubierto por los soldados soviéticos en una
gruta donde había sido escondido. El
pintor está muy contento, nos mira como tratando de compartir su felicidad con
nosotros. Esta obra es un canto a la
alegría del hogar, a la intimidad de dos seres que se aman. La vida va más allá
de la simpleza material, es algo complejo lleno de espiritualidad, de sabiduría
producto de victorias y derrotas. Creo
que el autorretrato con Saskia es una protesta contra la soledad, la
celebración, con vino, de estar con alguien, la simbolización del miedo a la
libertad como la entendía Erich Fromm.
6
Salimos. Caía la tarde y traté de buscar en sus
matices lo que nos quiso decir Giorgione con su Venus Dormida. Fuimos al Paseo de Neustadt. Caminamos entre sus esculturas y bajo los
faroles antiguos y románticos.
Percibimos el rumor de las fuentes, la caída de las aguas melancólica y
tonificante. En algún café bebimos
cerveza. No recuerdo en que sitio me
llamó la atención un edificio viejo en cuya parte superior, como abandonada,
crecía la hierba y revoloteaban unos pájaros.
7
Con las primeras sombras un barco
se alejó sobre el Elba. Un camino de espumas y burbujas le seguía.
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