martes, 28 de septiembre de 2021

RELATOS DE SEBASTOPOL

 


RELATOS DE SEBASTOPOL (1855)

Edgardo Rafael Malaspina Guerra

“El héroe de mis relatos, aquel a quien amo con todas las fuerzas de mi espíritu; el que he tratado de reproducir con toda su hermosura; el que ha sido y es y será siempre bello, ¡es la verdad!”

 

I

Son tres relatos relacionados con la Guerra de Crimea (1853-1856): Sebastopol en diciembre, Sebastopol en mayo y Sebastopol en agosto de 1855.

II

La guerra de Crimea fue un conflicto que entre 1853 y 1856 libraron el Imperio ruso y el Reino de Grecia contra una liga formada por el Imperio otomano, Francia, el Reino Unido y el Reino de Cerdeña.

III

 En estos relatos hay muchas alusiones a la Medicina de guerra con sus heridos y los auxilios que se prestaban en la época .En la guerra de Crimea se hicieron famosos dos personajes importantes en la Historia de la Medicina :la inglesa Florence Nightingale (1820-1910), precursora de la enfermería profesional y el ruso Nicolai Pirogov (1810-1881)fundador de la cirugía de campaña.(Anexos).

IV

Para Tolstói es importante esta experiencia que luego utilizara en la elaboración de la Guerra y la paz. Especialmente lo referente a los reportes del frente de batalla. (Anexos)

V

PÁRRAFOS

 

DICIEMBRE 1854

1

El crepúsculo matutino colorea el horizonte hacia el monte, Sapun; la superficie del mar, azul obscura, va, surgiendo de entre las sombras, de la noche y sólo espera el primer rayo de sol para cabrillear alegremente; de la bahía, cubierta de brumas, viene frescachón el viento; no se ve ni un copo de nieve; la tierra está negruzca, pero, la escarcha hiere el rostro y cruje bajo los pies.

2

Aquí, un pelotón de soldados que va a relevar a los centinelas; oyese el ruido metálico de sus fusiles; un médico, que se dirige apresuradamente hacia su hospital…

3

Extremidad fantasma:

¿Dónde estás herido? -interrogáis con timidez a un veterano de rostro demacradísimo que se halla sentado sobre un lecho, y cuya cordial mirada os viene siguiendo y parece, invitaros a que os aproximéis a él. Y digo que habéis preguntado con timidez, porque la vista del que sufre, inspira no tan sólo viva piedad, sino yo no sé qué temor de molestarlo, unido a profundo respeto.

-En el pie -responde el soldado, y, no obstante, reparáis bajo los pliegues de la ropa que la pierna le fue cortada por bajo de la rodilla. ¡Gracias a Dios-añade,- me darán el alta!

¿Dónde te duele ahora?

-Nada me duele ya. Sólo a veces en la pantorrilla, cuando hace, mal tiempo: fuera de eso, nada.

4

Los médicos, las amputaciones:

Y ahora, si vuestros nervios son firmes, entrad allí abajo, a la Izquierda. Es la sala de las operaciones y de las curas. Hallaréis a los médicos con el rostro pálido y serio, y los brazos ensangrentados hasta el codo, Junto al lecho de un herido, que tumbado, con los ojos abiertos, delira, bajo la influencia del cloroformo pronunciando frases entrecortadas, sin interés las unas, las otras lastimeras. Los médicos atienden a su faena repulsiva pero bienhechora: la amputación.

Veréis la hoja curva y tajante introducirse en la carne sana y blanca, y al herido volver en sí súbitamente con desgarradores gritos e impresiones, y al ayudante arrojar en un rincón el brazo amputado, mientras que aquel otro herido que desde su camilla presencia la operación, tuércese y gime, más a impulsos del martirio moral por la espera producido, que del sufrimiento físico que ha de soportar.

5

El verdadero rostro de la guerra:

Contemplaréis escenas espantosas, angustiosísimas; veréis la guerra sin el correcto y lucido

alineamiento de las tropas, sin músicas, sin redoblar de tambores, sin estandartes flameando al viento, sin Generales caracoleando sobre sus corceles; la veréis tal y como es, ¡en la sangre, en los sufrimientos, en la muerte !

 

MAYO

1

Heridos:

La gran sala, sombría y de elevado techo, iluminada solamente por cuatro o cinco bujías que los médicos transportaban para examinar a los pacientes, estaba, tal como suena, atestada de gente. Los camilleros traían sin cesar nuevos heridos y los depositaban uno junto a otro en tierra; la prisa era tal, que los infelices se empujaban, bañándose en la sangre de sus vecinos. Charcos de ella se estancaban en los huecos vacíos; la respiración febril de algunos centenares de hombres, el sudor de los portadores de heridos, desprendía de sí una atmósfera pesada, espesa, pestífera, en la que ardían sin brillo las bujías encendidas en diferentes puntos de la sala; sentíase murmullo confuso de gemidos, suspiros, ronquidos, que gritos penetrantes interrumpían.

2

El trabajo de los médicos bajo la luz de las teas:

Los médicos, con las mangas remangadas, arrodillados ante los heridos, bajo la luz de las teas que sus ayudantes sostenían, examinaban y sondaban las heridas sin hacer caso de los gritos espantosos y de las súplicas de los pacientes. Sentado sobre una manta junto a la puerta un mayor inscribía el número 532.

3

Diagnósticos en latín :

-Ivan Bogosef, fusilero, de la 3º compañía, del regimiento, de C.… fractura femuris complicata -gritaba al otro extremo de la sala uno de los cirujanos, mientras curaba una pierna rota- ¡Volvedle!

-¡Ay, ay! padres míos -murmuraba roncamente el soldado, suplicando que lo dejaran tranquilo.

-Perforatio capitis. Simón Neferdof, teniente coronel del regimiento N. Tenga usted un poco de paciencia, coronel; no hay medio... tendré que dejarle a usted ahí -decía un tercero que sondaba con una especie de corchete en la cabeza al desventurado oficial.

-¡En nombre del Cielo, concluya usted de una vez!

-Perforatio pectoris. Sebastián Sereda, de infantería, ¿qué regimiento? Por lo demás es inútil; no lo inscriba usted, moritur. Llevárselo añadió el médico alejándose del moribundo, que con la vista vidriosa y extraviada agonizaba ya.

Unos cuarenta soldados camilleros esperaban su carga a la puerta: de vivos enviados al hospital y de muertos a la capilla. Aguardaban silenciosos, y a veces escapábaseles algún suspiro, mientras contemplaban aquel cuadro.

4

Un herido se confiesa:

El herido en la cabeza, sintió violentísimo dolor.

-¡ Señor, perdona mis pecados! -murmuró juntando las manos. Trató de levantarse y volvió a caer desvanecido, de cara al suelo. Su primera sensación, cuando tornó en sí, fue la de la sangre que le brotaba de la nariz.

5

Cuerpos mutilados:

Centenares de cuerpos mutilados entre arroyos de sangre, que dos horas atrás hallábanse aún llenos de esperanzas y de voluntad, ya sublime o ya mezquina, yacían, rígidos los miembros en el barranco florido y bañado de rocío que separa el baluarte de la trinchera, o sobre el suelo compacto de la capillita de los muertos en Sebastopol; los secos labios de todos aquellos hombres murmuran plegarias, maldiciones o gemidos; se incorporan y se retuercen; abandonados los unos entre los cadáveres de la florida hondonada, los otros en las camillas, las camas y el piso húmedo de la ambulancia. A pesar de esto, el cielo, como en los días anteriores, enciéndese de luz boreal hacia el monte Sapun; palidecen las temblorosas estrellas; blanca neblina se eleva sobre el oleaje sombrío y quejumbroso del mar.

6

Habar o callar:

He dicho todo, cuanto quería decir, por lo menos esta vez; pero duda penosísima viene a agobiarme. Tal vez hubiera, sido mejor callar, pues quizá lo que dije esté en el número de las verdades perniciosas, obscuramente sepultadas en el alma de cada cual, y que para proseguir siendo inofensivas no deben ser reveladas, así como no hay que agitar el vino viejo por miedo de que los pozos no se revuelvan y suban y el líquido se enturbie.

7

El héroe de los relatos:

¿ Dónde, pues, veremos en este relato el mal que es preciso evitar y el bien hacia que debemos

tender? ¿Dónde está el traidor? ¿Dónde el héroe?

Todos son buenos y todos son malos. No serán Kaluguin con su valor brillante, su arrojo caballeresco y su vanidad, principal motor de todas sus acciones... ni Praskimin, nulo e inofensivo a pesar de haber caído en el campo de batalla por la fe, el trono y la patria... mi Mikhailof, tan tímido; ni Pesth, aquella criatura sin convicciones y sin sentido moral, quienes puedan pasar por desleales o por héroes.

No; el héroe de mis relatos, aquel a quien amo con todas las fuerzas de mi espíritu; el que he tratado de reproducir con toda su hermosura; el que ha sido y es y será siempre bello, ¡es la verdad!

AGOSTO 1855

1

El olor de los hospitales:

Al entrar en la primera sala, provista de camas en las que había heridos, les impresionó el olor pesado y nauseabundo particular de los hospitales; dos hermanas de la caridad vinieron a su encuentro; una, de cincuenta años de edad próximamente y de severa fisonomía, llevaba en las manos un paquete de vendajes e hilas y daba órdenes a un practicante muy joven que la seguía; la otra, linda joven de, veinte años, tenía el rostro de rubia, pálida y delicada.

ANEXOS

PIROGOV, EL GENIO RUSO DE LA CIRUGÍA

 

1

Nikolái Pirogov (1810-1881) , genio ruso de la Medicina,  fundador de la cirugía de campaña, uno de los primeros en usar el éter como anestesia, legó su nombre a varios tipos de cirugías y formaciones anatómicas ( Amputación de Pirogov, Triangulo de Pirogov en el cuello, etc.)

2

Su vida se confunde con la leyenda: su famoso atlas de Anatomía Topográfica se le ocurrió cuando observó a los carniceros haciendo cortes con hachas en carne de cochino congelada. Notó que de esa manera es más fácil distinguir las estructuras anatómicas. Congeló cadáveres en la morgue y luego les hizo diferentes tipos de cortes.

3

En la Guerra de Crimea (1853-1856) Pirogov organizó la atención sanitaria del ejército ruso con enfermeras voluntarias  (Exaltación de la Santa Cruz), similar a la que estaba organizando Florence Nightingale de lado británico.

 La fama de Pirogov en esa contienda bélica era tanta por sus cirugías rápidas (amputaciones en dos minutos por las limitaciones de la anestesia de la época) que una vez le llevaron a un soldado decapitado  “para que le ponga la cabeza en su lugar y pueda volver, lo más pronto posible, al frente”.

 

4

En 1862 Garibaldi fue herido. Le querían amputar una pierna. Médicos italianos, franceses e ingleses atendían a Garibaldi. No sabían dónde estaba la bala. Muchos afirmaban que el proyectil ya había salido. Pirogov viajó a Italia para examinar al famoso militar. En una época cuando no existían los rayos X, Pirogov estableció que la bala estaba todavía en la pierna, predijo cuándo y por dónde sería expulsada la bala; y de esa manera le salvó la pierna.

5

Visité en Vinnitsa la casa museo de Pirogov. Allí están su consultorio, su farmacia, sus instrumentos y libros. En la cripta de la iglesia está el cadáver de Pirogov embalsamado.

 

6

Una vez conversé con el poeta Enrique Mujica. Entre varios temas le hablé de Pirogov. Al tiempo me trajo su libro más reciente, llamado “Cartel de feria”. Es una serie de relatos curiosos y breves. Allí Mujica escribió sobre “El venerable”, en clara referencia a Pirogov:

“Se cuenta como de entre las mismas raíces de la ignorancia, de la feraz historia de la penumbra humana, de un médico ruso que anduvo amputando y cosiendo rotos en la guerra de Crimea. Que había alcanzado tal notoriedad de sabio, de curador de todo, tal un mimo Dios, que los hombres en sus manos dejaban de temer a la muerte por atroces que fueran sus estragos. El caso que lo pontifica es aquel en el que le trajeron en una carreta unos campesinos. El venerable le preguntó por la cabeza, entre otros intereses. Ellos le dijeron,  con grande paciencia, considerando en poco la falta, que venía detrás, no lejos, en otra carreta de posta”.

 

CRITICA DE TOLSTÓI A LOS REPORTES DE GUERRA

Tolstoi critica los reportes que se hacen luego de una batalla; y esto lo hace como artista, como historiador y también como militar: cada bando describe el combate desde su punto de vista; pero no sólo eso: en mismo bando hay divergencias en la manera cómo vieron los acontecimientos bélicos porque el furor de las acciones no permiten tener una imagen exacta de los hechos. En todo esto siempre hay una mentira, la cual  “obedece a la necesidad de describir en algunas palabras la acción de millares de hombres situados en varios kilómetros de extensión, quienes se hallan en un estado de violenta excitación, bajo la influencia del miedo, de la vergüenza y de la muerte”.

Después de un combate el comandante del mismo les pide un reporte a sus jefes de tropas. Con estos reportes se redacta el informe oficial general, el cual resulta una gran mentira porque cada soldado recuerda su participación de manera distorsionada. Por otro lado, es imposible durante un combate ejecutar al pie de la letra las órdenes del general en jefe.

Tolstoi habla con fundamento: en su juventud fue a la guerra como militar en el Cáucaso, luego a Crimea, en el sitio de Sebastopol, donde se batió como capitán de Artillería y le fue encomendada la misión de redactar el informe final de la toma de la ciudad basándose en los más de veinte reportes que le entregaron.

 

 

 

 

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