RELATOS
DE SEBASTOPOL (1855)
Edgardo
Rafael Malaspina Guerra
“El
héroe de mis relatos, aquel a quien amo con todas las fuerzas de mi espíritu;
el que he tratado de reproducir con toda su hermosura; el que ha sido y es y
será siempre bello, ¡es la verdad!”
I
Son
tres relatos relacionados con la Guerra de Crimea (1853-1856): Sebastopol en
diciembre, Sebastopol en mayo y Sebastopol en agosto de 1855.
II
La
guerra de Crimea fue un conflicto que entre 1853 y 1856 libraron el Imperio
ruso y el Reino de Grecia contra una liga formada por el Imperio otomano,
Francia, el Reino Unido y el Reino de Cerdeña.
III
En estos relatos hay muchas alusiones a la
Medicina de guerra con sus heridos y los auxilios que se prestaban en la época
.En la guerra de Crimea se hicieron famosos dos personajes importantes en la
Historia de la Medicina :la inglesa Florence Nightingale (1820-1910),
precursora de la enfermería profesional y el ruso Nicolai Pirogov (1810-1881)fundador
de la cirugía de campaña.(Anexos).
IV
Para
Tolstói es importante esta experiencia que luego utilizara en la elaboración de
la Guerra y la paz. Especialmente lo referente a los reportes del frente de batalla.
(Anexos)
V
PÁRRAFOS
DICIEMBRE
1854
1
El
crepúsculo matutino colorea el horizonte hacia el monte, Sapun; la superficie
del mar, azul obscura, va, surgiendo de entre las sombras, de la noche y sólo
espera el primer rayo de sol para cabrillear alegremente; de la bahía, cubierta
de brumas, viene frescachón el viento; no se ve ni un copo de nieve; la tierra
está negruzca, pero, la escarcha hiere el rostro y cruje bajo los pies.
2
Aquí,
un pelotón de soldados que va a relevar a los centinelas; oyese el ruido
metálico de sus fusiles; un médico, que se dirige apresuradamente hacia su
hospital…
3
Extremidad
fantasma:
¿Dónde
estás herido? -interrogáis con timidez a un veterano de rostro demacradísimo
que se halla sentado sobre un lecho, y cuya cordial mirada os viene siguiendo y
parece, invitaros a que os aproximéis a él. Y digo que habéis preguntado con
timidez, porque la vista del que sufre, inspira no tan sólo viva piedad, sino
yo no sé qué temor de molestarlo, unido a profundo respeto.
-En
el pie -responde el soldado, y, no obstante, reparáis bajo los pliegues de la
ropa que la pierna le fue cortada por bajo de la rodilla. ¡Gracias a
Dios-añade,- me darán el alta!
¿Dónde
te duele ahora?
-Nada
me duele ya. Sólo a veces en la pantorrilla, cuando hace, mal tiempo: fuera de
eso, nada.
4
Los
médicos, las amputaciones:
Y
ahora, si vuestros nervios son firmes, entrad allí abajo, a la Izquierda. Es la
sala de las operaciones y de las curas. Hallaréis a los médicos con el rostro
pálido y serio, y los brazos ensangrentados hasta el codo, Junto al lecho de un
herido, que tumbado, con los ojos abiertos, delira, bajo la influencia del
cloroformo pronunciando frases entrecortadas, sin interés las unas, las otras
lastimeras. Los médicos atienden a su faena repulsiva pero bienhechora: la
amputación.
Veréis
la hoja curva y tajante introducirse en la carne sana y blanca, y al herido
volver en sí súbitamente con desgarradores gritos e impresiones, y al ayudante
arrojar en un rincón el brazo amputado, mientras que aquel otro herido que
desde su camilla presencia la operación, tuércese y gime, más a impulsos del
martirio moral por la espera producido, que del sufrimiento físico que ha de
soportar.
5
El
verdadero rostro de la guerra:
Contemplaréis
escenas espantosas, angustiosísimas; veréis la guerra sin el correcto y lucido
alineamiento
de las tropas, sin músicas, sin redoblar de tambores, sin estandartes flameando
al viento, sin Generales caracoleando sobre sus corceles; la veréis tal y como
es, ¡en la sangre, en los sufrimientos, en la muerte !
MAYO
1
Heridos:
La
gran sala, sombría y de elevado techo, iluminada solamente por cuatro o cinco
bujías que los médicos transportaban para examinar a los pacientes, estaba, tal
como suena, atestada de gente. Los camilleros traían sin cesar nuevos heridos y
los depositaban uno junto a otro en tierra; la prisa era tal, que los infelices
se empujaban, bañándose en la sangre de sus vecinos. Charcos de ella se
estancaban en los huecos vacíos; la respiración febril de algunos centenares de
hombres, el sudor de los portadores de heridos, desprendía de sí una atmósfera
pesada, espesa, pestífera, en la que ardían sin brillo las bujías encendidas en
diferentes puntos de la sala; sentíase murmullo confuso de gemidos, suspiros,
ronquidos, que gritos penetrantes interrumpían.
2
El
trabajo de los médicos bajo la luz de las teas:
Los
médicos, con las mangas remangadas, arrodillados ante los heridos, bajo la luz
de las teas que sus ayudantes sostenían, examinaban y sondaban las heridas sin
hacer caso de los gritos espantosos y de las súplicas de los pacientes. Sentado
sobre una manta junto a la puerta un mayor inscribía el número 532.
3
Diagnósticos
en latín :
-Ivan
Bogosef, fusilero, de la 3º compañía, del regimiento, de C.… fractura femuris
complicata -gritaba al otro extremo de la sala uno de los cirujanos, mientras
curaba una pierna rota- ¡Volvedle!
-¡Ay,
ay! padres míos -murmuraba roncamente el soldado, suplicando que lo dejaran
tranquilo.
-Perforatio
capitis. Simón Neferdof, teniente coronel del regimiento N. Tenga usted un poco
de paciencia, coronel; no hay medio... tendré que dejarle a usted ahí -decía un
tercero que sondaba con una especie de corchete en la cabeza al desventurado
oficial.
-¡En
nombre del Cielo, concluya usted de una vez!
-Perforatio
pectoris. Sebastián Sereda, de infantería, ¿qué regimiento? Por lo demás es
inútil; no lo inscriba usted, moritur. Llevárselo añadió el médico alejándose
del moribundo, que con la vista vidriosa y extraviada agonizaba ya.
Unos
cuarenta soldados camilleros esperaban su carga a la puerta: de vivos enviados
al hospital y de muertos a la capilla. Aguardaban silenciosos, y a veces
escapábaseles algún suspiro, mientras contemplaban aquel cuadro.
4
Un
herido se confiesa:
El
herido en la cabeza, sintió violentísimo dolor.
-¡
Señor, perdona mis pecados! -murmuró juntando las manos. Trató de levantarse y
volvió a caer desvanecido, de cara al suelo. Su primera sensación, cuando tornó
en sí, fue la de la sangre que le brotaba de la nariz.
5
Cuerpos
mutilados:
Centenares
de cuerpos mutilados entre arroyos de sangre, que dos horas atrás hallábanse
aún llenos de esperanzas y de voluntad, ya sublime o ya mezquina, yacían,
rígidos los miembros en el barranco florido y bañado de rocío que separa el baluarte
de la trinchera, o sobre el suelo compacto de la capillita de los muertos en
Sebastopol; los secos labios de todos aquellos hombres murmuran plegarias,
maldiciones o gemidos; se incorporan y se retuercen; abandonados los unos entre
los cadáveres de la florida hondonada, los otros en las camillas, las camas y
el piso húmedo de la ambulancia. A pesar de esto, el cielo, como en los días
anteriores, enciéndese de luz boreal hacia el monte Sapun; palidecen las
temblorosas estrellas; blanca neblina se eleva sobre el oleaje sombrío y
quejumbroso del mar.
6
Habar
o callar:
He
dicho todo, cuanto quería decir, por lo menos esta vez; pero duda penosísima
viene a agobiarme. Tal vez hubiera, sido mejor callar, pues quizá lo que dije
esté en el número de las verdades perniciosas, obscuramente sepultadas en el
alma de cada cual, y que para proseguir siendo inofensivas no deben ser
reveladas, así como no hay que agitar el vino viejo por miedo de que los pozos
no se revuelvan y suban y el líquido se enturbie.
7
El
héroe de los relatos:
¿
Dónde, pues, veremos en este relato el mal que es preciso evitar y el bien
hacia que debemos
tender?
¿Dónde está el traidor? ¿Dónde el héroe?
Todos
son buenos y todos son malos. No serán Kaluguin con su valor brillante, su
arrojo caballeresco y su vanidad, principal motor de todas sus acciones... ni
Praskimin, nulo e inofensivo a pesar de haber caído en el campo de batalla por
la fe, el trono y la patria... mi Mikhailof, tan tímido; ni Pesth, aquella
criatura sin convicciones y sin sentido moral, quienes puedan pasar por
desleales o por héroes.
No;
el héroe de mis relatos, aquel a quien amo con todas las fuerzas de mi
espíritu; el que he tratado de reproducir con toda su hermosura; el que ha sido
y es y será siempre bello, ¡es la verdad!
AGOSTO
1855
1
El
olor de los hospitales:
Al
entrar en la primera sala, provista de camas en las que había heridos, les
impresionó el olor pesado y nauseabundo particular de los hospitales; dos
hermanas de la caridad vinieron a su encuentro; una, de cincuenta años de edad
próximamente y de severa fisonomía, llevaba en las manos un paquete de vendajes
e hilas y daba órdenes a un practicante muy joven que la seguía; la otra, linda
joven de, veinte años, tenía el rostro de rubia, pálida y delicada.
ANEXOS
PIROGOV,
EL GENIO RUSO DE LA CIRUGÍA
1
Nikolái
Pirogov (1810-1881) , genio ruso de la Medicina, fundador de la cirugía de campaña, uno de los
primeros en usar el éter como anestesia, legó su nombre a varios tipos de
cirugías y formaciones anatómicas ( Amputación de Pirogov, Triangulo de Pirogov
en el cuello, etc.)
2
Su
vida se confunde con la leyenda: su famoso atlas de Anatomía Topográfica se le
ocurrió cuando observó a los carniceros haciendo cortes con hachas en carne de
cochino congelada. Notó que de esa manera es más fácil distinguir las estructuras
anatómicas. Congeló cadáveres en la morgue y luego les hizo diferentes tipos de
cortes.
3
En
la Guerra de Crimea (1853-1856) Pirogov organizó la atención sanitaria del
ejército ruso con enfermeras voluntarias
(Exaltación de la Santa Cruz), similar a la que estaba organizando
Florence Nightingale de lado británico.
La fama de Pirogov en esa contienda bélica era
tanta por sus cirugías rápidas (amputaciones en dos minutos por las
limitaciones de la anestesia de la época) que una vez le llevaron a un soldado
decapitado “para que le ponga la cabeza
en su lugar y pueda volver, lo más pronto posible, al frente”.
4
En
1862 Garibaldi fue herido. Le querían amputar una pierna. Médicos italianos,
franceses e ingleses atendían a Garibaldi. No sabían dónde estaba la bala.
Muchos afirmaban que el proyectil ya había salido. Pirogov viajó a Italia para
examinar al famoso militar. En una época cuando no existían los rayos X,
Pirogov estableció que la bala estaba todavía en la pierna, predijo cuándo y
por dónde sería expulsada la bala; y de esa manera le salvó la pierna.
5
Visité
en Vinnitsa la casa museo de Pirogov. Allí están su consultorio, su farmacia,
sus instrumentos y libros. En la cripta de la iglesia está el cadáver de
Pirogov embalsamado.
6
Una
vez conversé con el poeta Enrique Mujica. Entre varios temas le hablé de
Pirogov. Al tiempo me trajo su libro más reciente, llamado “Cartel de feria”.
Es una serie de relatos curiosos y breves. Allí Mujica escribió sobre “El
venerable”, en clara referencia a Pirogov:
“Se
cuenta como de entre las mismas raíces de la ignorancia, de la feraz historia
de la penumbra humana, de un médico ruso que anduvo amputando y cosiendo rotos
en la guerra de Crimea. Que había alcanzado tal notoriedad de sabio, de curador
de todo, tal un mimo Dios, que los hombres en sus manos dejaban de temer a la
muerte por atroces que fueran sus estragos. El caso que lo pontifica es aquel
en el que le trajeron en una carreta unos campesinos. El venerable le preguntó
por la cabeza, entre otros intereses. Ellos le dijeron, con grande paciencia, considerando en poco la
falta, que venía detrás, no lejos, en otra carreta de posta”.
CRITICA
DE TOLSTÓI A LOS REPORTES DE GUERRA
Tolstoi
critica los reportes que se hacen luego de una batalla; y esto lo hace como
artista, como historiador y también como militar: cada bando describe el
combate desde su punto de vista; pero no sólo eso: en mismo bando hay
divergencias en la manera cómo vieron los acontecimientos bélicos porque el
furor de las acciones no permiten tener una imagen exacta de los hechos. En
todo esto siempre hay una mentira, la cual
“obedece a la necesidad de describir en algunas palabras la acción de
millares de hombres situados en varios kilómetros de extensión, quienes se
hallan en un estado de violenta excitación, bajo la influencia del miedo, de la
vergüenza y de la muerte”.
Después
de un combate el comandante del mismo les pide un reporte a sus jefes de
tropas. Con estos reportes se redacta el informe oficial general, el cual
resulta una gran mentira porque cada soldado recuerda su participación de
manera distorsionada. Por otro lado, es imposible durante un combate ejecutar
al pie de la letra las órdenes del general en jefe.
Tolstoi
habla con fundamento: en su juventud fue a la guerra como militar en el
Cáucaso, luego a Crimea, en el sitio de Sebastopol, donde se batió como capitán
de Artillería y le fue encomendada la misión de redactar el informe final de la
toma de la ciudad basándose en los más de veinte reportes que le entregaron.
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